Desde que nos
empezamos a dedicar a la enseñanza, incluso cuando éramos alumnos, siempre nos
parecieron una referencia educativa ideal los peripatéticos, aquellos alumnos y
seguidores de Aristóteles a los que él daba clase mientras paseaban por los
pórticos del Liceo en las afueras de Atenas (περίπατος, paseo).
Esta pandemia, que
nos obliga a guardar las distancias y
mantener ventiladas las aulas, le ha devuelto a aquel método tan innovador de
Aristóteles, a las clases al aire libre en los jardines y pórticos próximos al
instituto, todo su sentido. A lo fundamental, que es evitar
contagios – el aire libre dispersa y
diluye el virus-, se
ha sumado no
sólo la sensación de libertad,
sin tabiques ni muros, sino la oportunidad de crear ciudad. Llevar a la
plaza la filosofía,
la psicología, la
educación física... o escuchar
a los alumnos
hablar del ser
humano, de Platón,
de Freud, del
universo sentados en
el parque... es crear ciudad, es
aportar nuestro granito de arena a esa ciudad realmente educadora que muchos soñamos.
Sin duda, es más
fácil ponerlo en práctica en unas materias que en otras. Además, se añade el
hecho de que, por respetar todas las
medidas de seguridad dentro del centro, hay espacios educativos, como aulas
específicas y gimnasios, que se han tenido que adaptar y dejar de tener su
función primigenia. Esta situación ha afectado especialmente a las clases de
Educación Física, cuyos profesores han tenido que reinventar sus métodos
educativos.
Pero aunque, dada la
estación del año en que estamos, a veces es complicado llevarlo a cabo…
Bienvenida esta
iniciativa!!!
Que algunos esperamos haya venido para quedarse.
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