Antes de nuestro regreso a Sagasta en breves semanas, tras haberlo dejado para su reforma integral en septiembre de 2016, un grupo de profesores ha tenido la posibilidad de visitar este sábado 14 de enero los nuevos espacios que en poco tiempo estarán ocupados por la comunidad educativa del Sagasta. Un momento emocionante, como comenta Charo, una de nuestras compañeras:
La ilusión que me llevó desde mi casa hasta la cerca de alambre, que aún impide la entrada al Sagasta, era la de una mañana de Reyes. Las caras de los compañeros que iban agrupándose en torno a Carlos esperando para entrar transmitían igualmente una ilusión casi infantil.
Las esperanzas que habíamos albergado no fueron baldías… Cada espacio que descubríamos: la conserjería, un aula, un laboratorio, la escalera… era como abrir un regalo que pacientemente nos esperaba bajo el árbol de Navidad. Pero un regalo tan especial que incluso dudábamos de merecerlo… Porque estoy segura de que no existe ningún otro centro público como el que estábamos pisando. Y allí estábamos nosotros, emocionados, muy emocionados, tratando de imaginar cómo sería dar clase o trabajar en un lugar tan maravilloso. Y cuando ya creíamos que lo habíamos visto todo, sin previo aviso, entramos en el Salón de Actos y aún quedaba el Aula Magna… sencillamente magnífica. A algunos se nos escapó una lagrimilla.
Lágrimas de emoción contenida por tener tan cerca algo tanto tiempo deseado. Lágrimas que, seguramente, muchos dejaron escapar cuando hace siete años desocuparon el edificio de la Glorieta, porque cuesta mucho abandonar lo que se ama. Volvemos en breve a nuestra casa, a nuestro Sagasta. Volveremos los que estamos ahora, los que se fueron hace poco, los que se fueron hace mucho y los que se fueron para siempre, porque todos SOMOS EL SAGASTA.
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