miércoles, 20 de abril de 2011

En Atenas

En este espacio se recogen algunos trabajos realizados por alumnas de Griego en su primer año. En primer lugar, dos presentaciones sobre las principales instituciones políticas y judiciales de la democracia en Atenas, origen de las actuales. Ver las de Alicia Muro y Rebeca Rodrigo quizá nos permita comprender algo mejor las nuestras.
Sigue un relato de Elisa Coterón centrado en Atenas en vísperas de uno de los hechos que marcaron la historia de Grecia: la Guerra del Peloponeso.

"El hombre es el sueño de una sombra" (Píndaro)

Estuviste esperando este momento durante toda tu vida.
Escuchabas atónito las historias sobre la guerra contra los persas, te admirabas de los versos de Píndaro, ardías de envidia frente a toda mención de la liga de Delos, pero ahora que llegaba tu turno, tenías miedo, mucho miedo.
Esparta había comenzado su invasión del Ática y ahora te tocaba embarcarte hacia las costas del Peloponeso.

Nunca antes habías visto llorar a tu madre.



Decidiste salir a dar un paseo, y te dirigiste al lugar que más paz te transmitía: la Acrópolis de Atenas. Levantaste la cabeza y allí estaba ella, imponente, sabia, valiente: Atenea.
Por un momento te sentiste lleno de fe y de valor. Todas tus dudas se despejaron y descubriste que no había mayor gloria que la de morir por la patria.
Entonces algo te distrajo. Giraste la cabeza y viste a un hombre vestido con un barril y con una lámpara en la mano, murmurando cosas ininteligibles. Te acercaste por detrás y le susurraste:

      - Perdone, buen hombre, ¿puedo ayudarle en algo?¿qué está buscando?

Él se giró solemnemente y dijo con voz llana y mirada vacía:

      - La verdad.

Se fue alejando despacio, mientras su sombra iba muriendo con su camino.
Sus palabras y sus ojos te trastornaron y tu mundo se volvió a hundir. Corriste tras él, rápido, muy rápido hasta que caíste y perdiste el conocimiento.

No sabías cuánto tiempo había pasado, pero cuando otro hombre te despertó todavía había luz:

     - Joven, ¿me oye?¿está bien? Por favor... ¡contesta!.

Te levantaste aturdido y mareado. El hombre te miraba con ojitos brillantes llenos de expectación:

     - ¿Quién es usted?
     - Mi nombre es TEseo de Elea, ¿y el tuyo?
     - Lisímaco- dijiste con voz apagada.
     - ¿Lisímaco de qué?

Estabas rendido. Te perdiste en su mirada profunda y susurraste:

     - Quisiera no ser de ninguna parte.

Teseo frunció el ceño al principio. Después te acarició la mejilla y te explicó que iba camino de un banquete en casa de un amigo suyo.
Te ofreció que le acompañases, y viste rápidamente sus intenciones. No paraba de sonreír y por un momento te inspiró confianza. Decidiste ir con él. Por un lado, te gustaba mucho, por otro te sentías demasiado cobarde como para volver a casa y enfrentarte a tus pensamientos. El hombre de la lámpara seguía perturbando tu memoria.
Cuando llegaste a casa del desconocido, Teseo comenzó las presentaciones, a las que no atendiste mucho. Te tumbaste en el diván y degustaste la cena. Intentabas ignorara aquellas preguntas que tanto te perturbaban. Cuando llegó el vino la cosa se fue animando. Teseo no dejaba de sonreírte, tú no dejabas de mirarle. Comenzasteis a cantar y beber, cantar y beber, cantar y beber... Era perfecto, tu mente estaba despejada.

Cuando se acabó el vino vinieron unas mujeres tocando la flauta, que más tarde, cuando la mitad de los comensales se fueron con ellas, te diste cuenta de que eran concubinas. Teseo te invitó a ir con ellos, y de repente su mirada dejó de ser limpia, y su sonrisa se torció. La sombra de Teseo fue la última que abandonó la sala, y no la volviste a ver nunca más.
Te quedaste allí, en la sala, y el resto de los invitados comenzaron una tertulia. Los nombres se agolpaban en tu cabeza:

     - Como decía Gorgias: Nada es...

Las historias comenzaban a mezclarse:

     - El iluso de Sócrates, que creía que podía cambiar las cosas.¡Que Hades lo guarde!

La muerte apareció de nuevo entre las sombras de tu mundo.
Más blasfemias, más injurias, más críticas...

     - Va a ser una guerra horrible, pero lucharemos por la patria.

La patria. ¿Qué es la patria?.Miedo, tenías miedo. No podías creer en nada.
Perdido, estabas perdido. Las sombras no te dejaban ver.
¿Qué busco?¿Dónde está?¿Qué hago aquí?¿A donde voy ahora?
Entonces la imagen del hombre de la lámpara te asaltó. "La verdad". Eso era. "Quiero encontrar la verdad". Pero ¿cómo vas a encontrarla aquí? En un sitio donde morirás por una guerra absurda.

Sentiste el deseo de huir ¿a dónde?. Ni tú lo sabías en ese momento.
"No existe la patria ni existirá nunca... yo sólo soy ciudadano de mundo..."

Y fue entonces cuando las dudas, el miedo, y la niebla desaparecieron. te sentías más fuerte que nunca y gritaste: "¡Soy ciudadano del mundo!"

Y corriste, corriste lejos, hasta llegar allí donde siempre brillaría la esperanza, donde siempre serías libre.

Aquel lugar era el mundo.
Elisa Coterón (1BHC)


    



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