viernes, 11 de noviembre de 2011

EDUCACIÓN EN EL ESFUERZO, ¡VALIENTE TONTERÍA!

Es un artículo de reflexión, no es entretenido, por lo que te invito a no leerlo si tienes algo mejor que hacer.

Continúo con el mensaje anterior, es una reflexión, no hay fotos, no hay videos sólo texto, así que seguro que encuentras algo mejor que hacer o no hacer.
En todos los ámbitos que conllevan una modelización del individuo se habla de: "Hay que educar en el esfuerzo", pero ¿cómo?. La pregunta me la planteo después de observar a personas de diversos ámbitos realizar o fomentar prácticas que, bajo la premisa de que facilitan nuestra vida, nos llevan a esforzarnos lo menos posible. Pero, centrándome en el ámbito escolar (educativo y/o formativo, según sea la idea del pensador de turno), he aquí unos ejemplos:
  1. Ante esta situación de crisis, se vuelve a plantear, por enésima vez, controlar el encendido y, sobre todo, el apagado de las luces del centro. Solución: poner un sensor para que se activen y desactiven ante la presencia de personas (dotadas de brazos y manos que no les impiden accionar un mecanismo tan difícil como un interruptor). La verdad es que la solución, además de ser eficaz, no como la confianza en despertar a ese ecologísta o racionador del gasto que todos llevamos dentro, dota al centro de cierto aire tecnificado y no tan vetusto como de por sí ya tiene. Todo sea en favor de la tecnología.
  2. Por parte de algún padre/madre/tutor legal (hay que ser civílmente correcto) se exige del profesorado que, o bien le apunte al niño los deberes en la agenda o que, además, se recoja dicha información en la página web del centro o en no se qué plataforma que nos va a facilitar a todos la vida. ¿Y qué queda del interesado en cuestión?¿Es que no sabe apuntarlo en una agenda, papel o donde le dé la gana?
  3. Todos queremos que los niños entren puntuales a clase para acostumbrarlos a que de mayores no restreguen su zona glútea por la cara de nadie cuando vayan al cine, teatro o cualquier acto que se lleve a cabo sentado en un patio de butacas con poca distancia entre las filas, pero ¿qué hacemos? Esto: nosotros llegamos tarde; cuando la puerta está cerrada, permitimos que alumnos que llegan tarde entren (ya resolverán el problema otros) y, eso sí, si la hora de acabar no llega, nosotros la adelantamos. Puntual no sólo es llegar a la hora, sino acabar a la hora. ¡Ah, se me olvidaba! y si veo que un alumno llega veinte minutos tarde, voy corriendo en su búsqueda (dejando desatendidos al resto de los alumnos o solos), no vaya a ser que algún conserje y profesor irresponsable les niegue la entrada a ese centro tan añorado y deseado por ese alumno que todavía no ha aprendido a leer la hora en ese reloj digital (menos mal que los de manecillas están siendo sustituidos).
  4. ¡Ya tienes el desayuno, y no te olvides de recoger el bocadillo que te he preparado para el almuerzo! ¿Eh, qué dices? ¿Ya es la hora?, todos los días igual, pero ¿es que no se puede dormir en esta casa? Claro que sí, y preparse el desayuno, y la ropa, y el almuerzo y... Pero pobrecito, tiene tantas cosas que hacer (debe ser culpa de ese 20% de paro, lo que hace que sólo los alumnos tengan cosas que hacer).
  5. Se acaban las clases, es el pistoletazo de la gran carrera: quién se va el primero. Fruto de esta necesidad por salir el primero no recordamos que los mandos de los proyectores también tienen un botón de apagado, muy parecido al de las luces y, claro está, mi mente está obsesionada con salir y fruto de la obsesión olvido cómo se cierra una puerta. Pero ¿para qué están los conserjes?, perdón, se me olvidaba, el sensor que todo lo apaga.
  6. Y por fín, llegaron las redes sociales o colecciones de "amigos". ¿Para qué tratar de entablar conversación con un desconocido en un bar, un ascensor, la calle o en cualquier ambiente donde pueda verlo, olerlo, tocarlo (si se deja), oirlo?  Sólo me falta un sentido, pero eso lo dejo para "El silencio de los corderos". Ahora todo es más cómodo, rápido y numeroso. ¡Tengo no sé qué montón de "contactos" en mi no se qué nombre de red social ¿Y...? Cuando deje de fluir la energía eléctrica en mi cacharro tecnológico ¿qué haré?.
  7. No hay forma de que hagan los ejercicios que les doy fotocopiados (sin solución, menos mal). ¿Son tuyos los enunciados? No, los he buscado en internet. ¿Y los alumnos saben que existe internet? ¡Qué cosas tienes!, pues claro. Ejemplo de fomento de la competencia educativa: "Tratamiento de la información y competencia digital".
Dejo los ejemplos ya que, fruto de mi reflexión, he llegado a la conclusión de que atravieso no sé qué crisis existencial que me hace ver todo más negro, no real, sino negro. Tengo que preocuparme menos, dejarlo pasar, no empeñarme en cambiar las cosas, ¿para qué tanto esfuerzo? Es verdad, lo dejo, me voy a tomar un laxante porque creo que voy a estar un poco estreñido y no tengo ganas de que me surjan unas feas patas de gallo que arruinen mi foto en Facebook.
Cada vez me parece más real la situación planteada en una película de niños, Wall-e. No te la voy a contar, sólo hay que ver la peli y entretenerse menos en ver dónde está la coca-cola o las palomitas.
Siento no haberme esforzado más en ser más claro, documentado y redactar mejor, pero, ¿y eso importa?
 Espero que sí.

2 comentarios:

  1. Aunque no me faltan cosas que hacer, me he parado a leerlo.¡Buenas notas para los tiempos que corren!

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  2. Yo también lo he leído (soy poco perezosa para leer reflexiones), sin duda hay cosas que podemos mejorar.

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