jueves, 27 de enero de 2011

¿HAY QUE JUBILAR LA ORTOGRAFÍA?





Marta Galarreta de Miguel, alumna de 1º de Bachillerato, es la autora del siguiente artículo. En el trabajo de clase se pretendía reflexionar sobre la publicación de la Nueva Ortografía de la Real Academia de la Lengua. El trabajo, de carácter expositivo-argumentativo, responde al título “Jubilar o no la ortografía”.




¿Hay que jubilar la ortografía? 
La complejidad de nuestra ortografía es, entre otras cosas, la seña de identidad, aquello que hace grande a nuestra lengua; la pérdida de tiempo de millones de extranjeros en su afán por aprender un nuevo idioma, ése que hablan más de 400 millones en el planeta.
Pero, a pesar de ser por eso, por lo que muchos estudian la lengua española; todo avanza, todo se moderniza y todo se adapta a los nuevos tiempos. Sí, la ortografía y los idiomas también. En el inglés americano, palabras como favourite, hoy en día han perdido algunas de sus letras que no aportan nada, escribiéndose ahora favorite. ¿Y eso por qué ha ocurrido? Porque el inglés es, como muchas otras, una lengua evolutiva; una lengua en constante evolución que se adapta a la demanda de los hablantes.
Es hora de nuevos cambios. ¿De qué nos sirven las haches si tan solo ocupan espacio? Humano va a seguir sonando igual con o sin hache. A la vaca que nos proporciona leche, y a la baca que lleva nuestros equipajes cuando viajamos en coche, no las vamos a confundir jamás, ni aun escribiéndose de la misma forma. ¿Por qué todavía hoy, conservamos dos letras para un mismo fonema? Tenemos miedo a adaptarnos al mundo que viene, que va mucho más rápido que nosotros. ¿Cuántas vueltas le habéis dado a miles de palabras para averiguar si se escriben con ge o jota cuando carecen de reglas ortográficas? Otro par de letras con un mismo fonema que no hace nada más que llevarnos a confusiones. Siempre y cuando no exista regla ortográfica que justifique su uso. Por eso, es inadmisible escribir recoger con jota, o crujir con ge.
Pero lo que de verdad es asunto pendiente en nuestra lengua, es el uso de tildes. Las tildes diacríticas, por favor, que no es lo mismo estar sólo seis horas, que estar solo seis horas. Aparentemente tienen el mismo significado, pero para nada quieren decir lo mismo.
Pero como Gabriel García Márquez muy bien predijo, la gramática y la ortografía están terminando por simplificarnos a nosotros. ¿Qué cambios vamos a introducir en nuestra gramática si aún no nos hemos adaptado a las normas que llevan décadas existiendo?
Por eso, y aunque sea partidaria de simplificar nuestras normas cuando no aporten ni modifiquen nada; veo poca utilidad al hecho de eliminar algunas de las reglas ya existentes. La única reacción popular que se me ocurre como consecuencia, es la introducción de más faltas ortográficas y gramaticales. Y como no son pocas las que hasta ahora cometíamos… ¿para qué más?
Señores gramáticos, hagan cambios; pero cuando la sociedad esté capacitada para adaptarse a ellos. Hasta entonces, dejen las cosas como están, que de momento, no nos va tan mal.

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